Hay algo que es sumamente difícil dominar (la lengua)
Hoy veremos dos ejemplos del no dominar la lengua y hablar apresuradamente, es una señal de mi baja espiritualidad, ten cuidado, debes estar alerta esto es síntoma de enfermedad espiritual.
Nosotros como danzores y conocedores del significado de cada una de las piezas de nuestra vestidura sacerdotal (Bigdei Kehuna), y porque pecado expía cada una de ellas, sabemos que el Meil (Manto del efod) tenia 72 campanillas las cuales expiaban por los 72 tipos de Lepra, así que tu Danzor eres el primero en ser llamado a no caer en este mal…
A causa de que viene la Lepra (tzaraat) , a causa del Lashom Hará ( La lengua mala)
Veamos los ejemplos:
- En el capítulo doce de Bemidbar / Números leemos que Miriam, la hermana mayor de Moshé, ha murmurado en contra de la integridad moral de su hermano, y de paso ha expresado una falta de respeto hacia su investidura como líder y profeta.
Inmediatamente, por decisión divina que procura restablecer el equilibrio que se quiebra con el pecado, ella cae víctima del nega tzaraat, de la lepra espiritual.
Moshé reacciona presurosamente y la perdona, y reza al Eterno para que le permita recuperar la salud. Es cuando pronuncia la brevísima y preservada oración: «El na refa na la« – «¡Oh Elokim, sánala, por favor!«(verso 13).
Cuantas veces has hablado y criticado a tu líder, juzgando sus actos, sin saber la realidad de las cosas, solo juzgas por lo ves, lo que tu mente te dice.
A pesar de que Moshé oro por su hermana María, igual ella tuvo que pagar por su falta. Entonces YHWH le recuerda a Moshé el mecanismo que se debe seguir para luchar contra el tzaraat, entre lo que se incluye el estar en cuarentena, aislado y fuera del contacto con otras personas. Así el afectado tiene tiempo para reflexionar acerca de la conducta negativa que le llevó a esa triste situación. En este obligatorio reflexionar solitario se puede aprender acerca del valor que tiene la palabra, ya que una sola palabra censurable es capaz de ensuciar una vida entera, de liquidar socialmente a una persona intachable.
Tal como una palabra bendita es capaz de aportar luz, salud, alegría, vitalidad a los días de la persona.
Al cabo de unos días, Miriam retornó curada al campamento y poseedora de una importante lección: aquel que se entretiene con el lashón hará -habladuría, murmuraciones, chismes-, pone su vida y salud en riesgo.
Recuerda antes de hablar de otro, piensa primero que tu serás el primero en ser afectado.
- El otro relato lo hallamos en el capítulo 26 de 2 Divrei Haiamim / II Crónicas.
Allí leemos acerca del rey judío Uziá/Uzías, quien luego de haber sido fiel a Dios y un buen rey para su pueblo, empieza a querer fama y renombre, por lo que se desespera por el reconocimiento proveniente de fuera.
Y entonces, actúa pretenciosamente y carente de cualquier modestia y consideración por el prójimo, por YHWH y Sus representantes.
En su iracundo orgullo, usurpa la función de los kohanim -sacerdotes- y quema incienso, supuestamente en honor a Dios. Esta acción, y su actitud no eran de agrado del Eterno, ni eran beneficiosos para el rey.
Así que, como mecanismo para restablecer el equilibrio quebrado por la conducta desviada, le brota nega tzaraat al rey, allí mismo, en el santuario.
Asustado y advirtiendo su gravísimo error, el rey escapa del Templo, y luego, debe salir de la ciudad santa de Ierushalaim/Jerusalén, pues su estado espiritualmente calamitoso no le permite residir en la santa ciudad.
Debe también dejar en manos de su hijo, el regente Iotam/Jotam, el gobierno de la nación, pues una persona atacada por la lepra espiritual no estaba en condiciones de trabajar.
Y así el desplazado rey vive una vida de dolor, soledad y miseria hasta su último día.
Peor aún, él que en su baja autoestima quiso un buen nombre recordado a perpetuidad, obtuvo en su pétrea lápida la inscripción: «Él es leproso» (verso 23).
Muchos danzores al querer buscar renombre entre los demás, recurren hacer actos no dignos y pasando sobre la autoridad de los demás. Recuerda que si YHWH puso una cabeza (líder) sobre nosotros hay respetar sus decisiones, aun cuando no nos parezcan, él será el que tendrá que darle cuenta a YHWH por sus errores y sus logros, a nosotros solo nos corresponde callar y obedecer, como lo hizo Yahshua (Jesús) que tuvo que aprender obediencia, de esa manera lo haremos nosotros.
En síntesis, la persona que quiera vivir a resguardo de ciertos padecimientos espirituales haría bien en controlar y mejorar cuatro cualidades o aspectos personales:
- Su estima personal. (Alta o Baja autoestima te lleva al lashom hará)
- Su respeto por el prójimo y YHWH.
- Lo que habla. ( lo que hables bien o mal será escrito en tu libro de la vida)
- Su aceptación de los límites sanamente establecidos por YHWH.
En tiempos bíblicos y mientras existían los Templos de Jerusalén ocurría que aparecían manchas de determinados colores en las paredes de la casa, la ropa o la piel que requirieron un proceso especial de diagnóstico, cuarentena y de purificación ritual.
Maimónides explica que dicho fenómeno no fue natural, sino milagroso; que la causa por dicho fenómeno fue Lashón Hará, o sea, haber hablado mal del prójimo.
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? La relación conceptual entre ambas cosas es que el que fue afligido por Tzaraat debe estar en cuarentena por un período de tiempo determinado, separado de la sociedad. Esto viene a ser una consecuencia justa por haber hablado mal de otro y haber causado que otros se aparten de él.
“Esto nos enseña que debemos ser cuidadosos de los ambientes sociales que elegimos,” dice Maimónides, “ya que si optamos por ambientes sociales sin contenido positivo, eventualmente terminaremos hablando mal del prójimo.”
Analiza tu ambiente que tipos de personas te rodean, quienes influyen en tu manera de actuar, pensar y hablar.
El único cualificado por la Torá para diagnosticar y determinar el proceso de cuarentena y purificación es un Kohem (Sacerdote).
¿Por qué justo un Kohen? Explican nuestros sabios que los kohanim, descendientes de Aharón Hakohem, tenían destacada la característica del amor hacia el prójimo. Aprendemos de esto que para poder ver, juzgar y tratar una “mancha” en otro, debes amarlo. Si no lo amas, es muy posible que tu crítica es un reflejo de tu realidad, más que de la del prójimo…
Hay tres categorías de habladuría prohibida:
1) Motzí Shem Ra; 2) Lashón Hará; 3) Rejilut.
Motzí Shem Ra – Difamación
La más grave de todas las categorías es Motzí Shem Ra, o sea la difamación, mentir sobre la actuación de un tercero. Lo que hablas de una persona, de tu ministerio, sin saber si es cierto o no, al tu contarlo se vuelve una realidad para la persona que te escucha, y así habrás ensuciado la integridad de tu Ministerio.
Lashón Hará – Injuria
Esta categoría de habladuría se refiere a hablar mal de otro aunque sea verdad. Aunque tus compañeros de Ministerio, líder fallen y sea verdad, no te da derecho a juzgar con la misma vara con la que juzgues serás juzgado recuérdalo, cuida tu Ministerio, ayuda a levantar al débil, al caído. Recuerda la enseñanza de la puerta de Teddy.
Rejilut – Chismear
Esta categoría implica exponer la intimidad de otro. Somos dueños de nuestra propia vida, No de la de los demás, respeta sus procesos, respeta sus fallas, pero recuerda el respetar no implica que debes tolerarlas, corregiré con amor, disciplinare con amor.
Es muy fácil transgredir en alguna de estas prohibiciones, ya que uno se justifica pensando que no está haciendo nada, sólo hablando. Pero, en realidad, es difícil imaginar algo que haga más daño que la palabra.
Una de las preocupaciones importantes hoy en día es el tema del “bullying”. Uno puede sentirse excluido únicamente por una palabra demás o de menos. El no hablarle a uno puede ser tan doloroso como sí hablar de él.
El castigo de Tzaraat, la cuarentena, nos recalca lo duro que es el aislamiento social impuesto. Nos haría bien a todos cuidarnos con lo que sale de nuestra boca.
La palabra hablada es como una flecha, una vez liberada no hay marcha atrás. Antes de hablar uno está en control de su palabra; después de hablar la palabra está en control de él.
Ayuda pensar: ¿Por qué quiero hablar? ¿Cuál es el objetivo de mis palabras? en vez de preguntarse ¿Por qué debería callarme? El default del sabio es el silencio. Habla únicamente cuando es necesario y trae beneficio a sí mismo o a un tercero.
“Uno debe saber hablar con los ojos,” pero muchos dirán “¿Para qué, entonces tenemos una boca?” preguntó. “Para tenerla cerrada”…
La fuerza positiva es superior a la fuerza negativa, dicen nuestros sabios. Si podemos hacer tanto daño con la palabra, imaginémonos el bien que podemos hacer con la palabra correcta. Concentrémonos en aumentar el territorio de lo positivo y ya no habrá lugar para otras cosas.
Shalom
SALMO 141:3-4
Pon guarda a mi boca, oh YHWH; guarda la puerta de mis labios
No dejes que se incline mi corazón a cosa mala,
a hacer obras impías con los que hacen iniquidad;
y no coma yo de sus deleites.